En el entramado siempre efervescente de la Roma, Esca se desmarca sin estridencias: aquí, el discurso culinario avanza sereno, guiado por una singular atención a la materia prima. Cruzar el umbral de Córdoba 140 significa adentrarse en un espacio donde la contemplación es posible; los pisos de madera clara y las paredes salpicadas de vegetación enmarcan una luz tenue y dispersa, invitando a dejar fuera el bullicio citadino. Es un ambiente delineado por la sobriedad, donde el minimalismo no resulta frío, sino cálido y deliberado en cada elección, desde el mobiliario funcional hasta las mesas vestidas de manera casi imperceptible.
La cocina que aquí se despliega podría definirse como un ejercicio de contención: no hay gestos grandilocuentes, sino una búsqueda honesta por encapsular la riqueza de ingredientes nacionales en composiciones contemporáneas. El chef al frente de Esca entiende su oficio como una exploración de contrastes y equilibrios, profundamente enraizada en la tradición mexicana, pero siempre en diálogo con la sensibilidad cosmopolita. Así, cada platillo sirve tanto de puente como de interrogante entre la memoria del sabor y su resignificación moderna.
El menú es una declaración de intenciones, donde la temporalidad y la estacionalidad dictan el ritmo. Vegetales recién cosechados elevan propuestas como ensaladas tibias de temporada o reinterpretaciones de moles ligeros, en tanto que pescados de pesca sustentable y cortes cárnicos seleccionados llegan a la mesa con presentaciones que privilegian la estética limpia y la lógica del sabor. Las emulsiones, fondos y salsas —nunca accesorios, siempre motivos— unen los elementos con precisión, sumando profundidad sin saturar.
El recorrido sensorial no solo reside en el plato; el murmullo controlado del comedor, el aroma a hierbas frescas y notas de ahumado sutil crean una envoltura discreta y armoniosa. El espacio propicia una atmósfera de introspección, relajada sin caer en complacencias, donde detalles como la disposición de la vajilla o la geometría del emplatado refuerzan el discurso central: la importancia de la forma y la función, sin ornamentos superfluos.
Aunque Esca no luce listas ni sellos de validación foránea, la coherencia de sus principios lo convierte, de forma natural, en un referente para quienes buscan comprender una ruta contemporánea de la gastronomía mexicana, donde lo esencial encuentra su lugar bajo una mirada verdaderamente actual.