Adentrarse en Mr. Lam, en pleno Jardim Botânico, es sumergirse en una atmósfera cuidadosamente orquestada, donde la estética y el sabor se entrelazan con naturalidad. La serenidad domina el ambiente, marcado por la calidez de la madera oscura, el susurro de lámparas de papel que tiñen la sala con una luz suave y un diseño interior que sugiere contención y elegancia asiática, sin artificios superfluos. El bullicio de Río parece disolverse al cruzar el umbral; aquí, la pausa se convierte en parte de la experiencia y cada elemento parece estar donde debe, en sintonía con una filosofía basada en la armonía.
En la mesa, la narración culinaria se despliega a través de platos de inspiración panasiática, con raíces sólidas en la tradición china y guiños a otras geografías orientales. El chef, fiel a una búsqueda constante de pureza en el sabor, propone una carta que rehúye el exceso y pone en primer plano la calidad del producto: pescados de carne tersa, mariscos frescos y vegetales tratados con respeto absoluto a su estacionalidad. Cada preparación evoca un sutil equilibrio entre lo dulce, lo umami y lo ahumado, características que enlazan con el repertorio clásico y, al mismo tiempo, permiten pequeñas rupturas con la convención.
Platos emblemáticos como el pato laqueado, presentado con precisión cortesana y acompañado de crepes e hilos de puerro, dan cuenta de una técnica depurada y una atención singular al detalle. Los dim sum, cocidos al vapor y rellenos de mariscos, despliegan una textura delicada que retiene el aroma de los ingredientes —una invitación a explorar capas de sabor que sólo se revelan con lentitud. A la vista, la vajilla de líneas claras y los motivos inspirados levemente en el arte oriental refuerzan la identidad del lugar, haciendo que la llegada de cada platillo sea un acto discreto pero cargado de intención.
En Mr. Lam, la experiencia no se limita al paladar: el vapor ascendiendo de los woks, el rumor leve del agua y el juego de sombras en los rincones diseñan una escenografía envolvente, coherente con una cocina que defiende el respeto por la materia prima y la evolución meditada de cada receta. Así, el restaurante se posiciona como uno de los referentes imprescindibles para quienes sienten curiosidad por los matices y la profundidad de la alta gastronomía asiática en el contexto urbano de Río.