En el pulso incesante de Copacabana, Mee proyecta una atmósfera de recogimiento y sofisticación que sorprende al visitante incluso antes de sentarse a la mesa. A través de grandes ventanales se filtran destellos de la avenida atlántica, pero al cruzar el umbral, el bullicio se diluye: luces tenues y cálidas, maderas oscuras y la sutil geometría de paneles con motivos asiáticos enmarcan un espacio donde la quietud parece cuidadosamente calculada. El interior apuesta por la elegancia sobria; esculturas orientales y discretos detalles dorados resaltan sobre tonos profundos, mientras la disposición de las mesas mantiene la sensación de intimidad en todo momento.
El recorrido sensorial comienza mucho antes de que llegue el primer bocado. El aire se impregna de aromas precisos: el ahumado de algas y pescado, notas de jengibre fresco, efluvios de lemongrass y un leve recuerdo marino que denota la cercanía a la costa, pero también la vocación de la casa por reivindicar ingredientes locales bajo la estética asiática. La presentación cuida cada elemento: los nigiris se muestran sobre porcelana minimalista, dejando que la intensidad del corte y la pureza del color del pescado dialoguen con el vacío del plato; los dim sum aparecen en cestas de bambú, humeantes y delicados, con rellenos que varían según la estación.
El menú refleja el compromiso del chef con la reinterpretación y el respeto simultáneo por las tradiciones de Japón, China, Tailandia y Corea. Lejos de la estridencia, las fusiones de Mee se construyen por capas: una “langosta con curry rojo” logra un punto exacto entre dulzor y picante, matizado por hierbas frescas; los sashimi de atún o pescado azul sobresalen por la profundidad umami que aporta la soja añeja, combinada con la frescura de algas locales. Cada composición revela la precisión técnica y la filosofía de cocina del chef, quien busca explorar la multiplicidad asiática sin caer en excesos decorativos o reinterpretaciones forzadas.
La distinción Michelin parece una consecuencia lógica de una estrategia donde creatividad y técnica avanzan en paralelo, sin perder de vista la esencia que inspira la propuesta: el viaje sensorial y gastronómico a través de Asia, pausado y elegante, ejecutado a la perfección en pleno corazón de Río de Janeiro. Mee permanece como un enclave ineludible, refinando el diálogo entre tradición y modernidad culinaria en la ciudad.
