En el cruce de la calma y el bullicio porteño, Reliquia emerge como una presencia serena que desafía las expectativas de Palermo Soho. Lo primero que domina es el silencio cálido del salón, donde la madera cruda y los tonos cobrizos confieren una profundidad orgánica. Las paredes, despojadas de ornamentos superfluos, permiten que la luz natural dialogue con los destellos de la loza artesanal, mientras el leve murmullo de una cuidada selección musical acompaña el devenir de cada plato. Todo en el espacio invita a la contemplación, en un clima recogido donde los detalles nunca compiten entre sí: el protagonismo absoluto recae sobre la cocina y su narrativa contemporánea.
La carta de Reliquia revela una inclinación reflexiva por el producto local, donde cada estación marca el tempo de la oferta. La cocina, lejos de caer en la trampa de la nostalgia, se activa desde una mirada contemporánea: carnes de pastura tratadas con precisión, vegetales que llegan de huertas consignadas y lácteos de pequeñas fincas cobran nueva vida bajo técnicas que fluctúan entre el asado pausado, recursos de conservación y fondos intensos que capturan la esencia de cada ingrediente. La maduración seca del ojo de bife marca el pulso de la parrilla; el corte se acompaña de un chimichurri con hierbas frescas y verduras asadas, logrando una armonía donde los sabores auténticos no son desplazados, sino enfatizados.
La presentación de cada plato encarna la misma sobriedad que define el ambiente. No hay artificios, sino una estética cuidada que ensaya un equilibrio entre forma y fondo: los emplatados resaltan el carácter de cada ingrediente, sosteniendo una coherencia visual que nunca opaca la experiencia del sabor. Entre los dulces, resulta difícil pasar por alto la relectura del dulce de leche local o la tarta de membrillo, que siempre llegan con alguna textura inesperada a modo de guiño lúdico a la memoria culinaria.
El chef, defensor de una filosofía de integridad en la cocina, conjuga tradición y contemporaneidad sin estridencias, manteniendo la atención en la despensa local y el sentido de pertenencia. Reliquia no abraza la moda ni pretende grandilocuencia; apuesta al equilibrio entre excelencia culinaria y una honestidad que se percibe, plato a plato. Bib Gourmand en la Guía Michelin, el restaurante asienta su prestigio en una propuesta sin exageraciones, donde la reinvención de los clásicos argentinos parte del cauce original para insinuar nuevos caminos.
