Hay lugares donde el tiempo parece desacelerar y la ciudad, bulliciosa y frenética en el exterior, pierde fuerza al cruzar la puerta. Cantina del Tigre ofrece justo ese respiro, enmarcando la experiencia culinaria con una atmósfera cuidada al detalle. Su entrada revela de inmediato una elegancia contenida: maderas cálidas, texturas contrastantes en muros y un sutil juego de luces crean un espacio donde lo urbano y lo artesanal se entrelazan sin esfuerzo. Obras de arte contemporáneo aportan destellos de color y personalidad, mientras la tenue iluminación invita a la contemplación lenta del entorno.
La propuesta culinaria, liderada por Fulvio Miranda, se desmarca de las rutas previsibles. Aquí, la cocina panameña se exhibe sin nostalgia, más bien como campo fértil para la reinterpretación. Miranda imprime su sello conceptual recuperando ingredientes frescos y eminentemente locales, pero los reimagina bajo técnicas refinadas y un agudo sentido del equilibrio. No hay lugar para ornamentos innecesarios: los platos encuentran su fuerza en la pureza y la precisión. La selección de los productos, desde raíces y frutos autóctonos hasta pescados recién llegados del mercado, es meticulosa y se manifiesta en la intensidad y el contraste de aromas que escapan de cada plato al llegar a la mesa.
Cada presentación es un ejercicio de contención y armonía cromática. La vajilla, de líneas limpias y materiales nobles, enmarca conjuntos donde cada componente parece responder a una lógica interna. Los colores vivos de la tierra y el mar panameños protagonizan, a veces realzados con pinceladas de salsas translúcidas o aceites infusionados que aportan matices inesperados. Los condimentos actúan como acentos, nunca como protagonistas, permitiendo que la identidad del ingrediente central se perciba nítida en boca.
La carta de bebidas acompaña con igual rigor, ofreciendo maridajes que subrayan el carácter de cada plato y consolidan la experiencia completa. Aunque la distinción Michelin aún no figura, la Cantina del Tigre ha conquistado reconocimiento sostenido en el entorno local por su visión moderna y su depurada ejecución técnica.
Miranda entiende la cocina contemporánea como laboratorio y memoria: explora sin perder la referencia de lo esencialmente propio. Quien traspasa el umbral de Cantina del Tigre se enfrenta a un relato gastronómico sobrio, donde la originalidad surge del diálogo entre tradición, territorio e intuición creativa. La experiencia, hilvanada en silencios, luces bajas y bocados precisos, revela la amplitud y el potencial de la despensa panameña bajo una mirada contemporánea.