En el horizonte gastronómico de Buenos Aires, Kōnā emerge con personalidad propia, invitando a quienes cruzan su umbral a sumergirse en una experiencia que trasciende lo esperable de la cocina japonesa. Una vez dentro, la quietud envuelve el ambiente: la madera clara y los arreglos florales, apenas insinuados, establecen un ritmo calmo y ordenado, acompañado por una luz que parece buscar el equilibrio entre serenidad y detalle. Bajo este clima, la atención fluye de modo espontáneo hacia el centro de todo: la mesa.
En Kōnā, la elección de ingredientes es casi ceremonial. Solo productos frescos y de estación llegan a las manos del equipo de cocina, que aborda cada receta con precisión y un respeto profundo por la materia prima. Aquí no hay concesiones a la extravagancia ni fugas hacia interpretaciones forzadas de lo japonés. Los platos, sobrios en su presentación, revelan el trabajo meticuloso de cortar, marinar y montar cada pieza. El sushi se muestra en cortes pulidos de atún o lenguado, contrastando la tersura del pescado con el arroz a temperatura perfecta, apenas humedecido en vinagre y sin sobrecargarlo con salsas. El sashimi enfatiza esa misma economía elegante, y destaca por porciones perfectamente balanceadas, como si el cuchillo siguiera una cadencia meditativa.
La loza, de diseño minimalista, realza los matices cromáticos, dejando que el brillo natural del salmón o el reflejo perlado del arroz ocupen el centro de la escena. El aroma que sube de un nigiri descansa en notas sutiles de nori recién cortado o el leve dulzor del arroz avinagrado, marcando el inicio de un ritual pausado. También destaca la integración de productos porteños que aportan guiños sutiles, en diálogo constante con la tradición japonesa sin desviarse del rigor conceptual.
El enfoque del chef se inclina por una filosofía de pureza y dominio técnico: eliminar adornos superfluos para poner en primer plano la nobleza de cada ingrediente. No hay atajos—cada tempura es ligero y crujiente, cada caldo revela complejidad sin estridencias. El resultado no busca deslumbrar desde la ostentación, sino comunicar un refinamiento sosegado y preciso.
La mención en la guía Michelin valida una propuesta que rehuye las fórmulas, apostando por la autenticidad en cada faceta. Kōnā redefine en su propio registro el concepto de lujo culinario, entendiéndolo como sencillez cuidada y atención al origen, donde cada detalle suma en una experiencia que se recuerda más allá del último bocado.