La propuesta de Narda Comedor emerge con fuerza propia en la escena gastronómica porteña, impulsada por una mirada contemporánea donde la despensa local aporta sentido y profundidad a cada estación. Más que un simple ejercicio de actualidad, la cocina se articula a través del respeto por la frescura y la temporalidad de los ingredientes, privilegiando una conexión cercana y consciente con productores responsables. Esta filosofía de trabajo se traduce en una carta siempre dinámica, guiada por lo que la tierra ofrece y el calendario agrícola permite. Aquí, vegetales y cereales ganan lugar central, y el tratamiento que reciben revela un compromiso notable con la calidad y la identidad.
La atmósfera del comedor sorprende desde el primer instante: luz natural que baña los espacios, maderas suaves, mesas robustas y un aire que invita tanto a la contemplación como al disfrute pausado. El diseño juega con una paleta neutra y texturas orgánicas, generando intimidad sin caer en estridencias, mientras que la disposición del mobiliario sugiere una coreografía pensada para observar el vaivén de los platos, casi siempre adornados por la frescura de una hoja, la intensidad de un aceite infusionado o el trazo justísimo de una salsa.
Narda Lepes, al frente de la propuesta, concibe la cocina como laboratorio y puente: se exploran ingredientes menos habituales —tubérculos nativos, leguminosas diversas, hierbas y flores— para tejer narrativas propias. La creatividad aparece no como un fin en sí misma, sino como consecuencia natural de la selección minuciosa de insumos y la búsqueda del punto exacto de cocción o ensamblaje. El resultado son platos como el célebre arroz con verduras de estación o los guisos en clave vegetal, que conjugan equilibrio, audacia y una presentación visual adictiva: colores saturados, cortes precisos, una vajilla sobria que potencia el contraste.
El enfoque está lejos de los excesos o artificios; las técnicas contemporáneas conviven con métodos tradicionales, perfilando sabores limpios y francos. Esto permite que cada ingrediente se exprese al máximo, reflejando tanto la visión del equipo como las estaciones que atraviesan el menú. La mención de la Guía Michelin subraya el reconocimiento internacional, pero es la autenticidad y la coherencia lo que posiciona a Narda Comedor entre las voces más sólidas e influyentes de la gastronomía argentina actual. Aquí, la contemporaneidad es una consecuencia, y no un punto de partida.