Apotecario propone una inmersión cuidadosa en la nueva gastronomía costarricense dentro de un entorno que rehúye la obviedad. Su espacio, cuidadosamente vestido de matices botánicos y guiños eclécticos, sirve como telón de fondo para una experiencia sofisticada, donde el ritmo pausado invita a prestar atención a cada detalle. Lámparas de luz dorada tamizan el ambiente, mientras plantas aéreas y detalles en madera envejecida evocan el laboratorio de un alquimista, aludiendo sutilmente al origen de su nombre y a la experimentación de su cocina.
La propuesta culinaria —orquestada por Kath Smart y Esteban Zamora— rehúye cualquier adhesión rígida a géneros preconcebidos. Su enfoque se cimienta en la fidelidad al producto local, elevado por técnicas contemporáneas y una actitud de investigación incansable. La carta, mutable según el ritmo de las estaciones, compone un lienzo culinario donde los ingredientes de origen costarricense son protagonistas desde perspectivas poco transitadas: raíces autóctonas convertidas en cremas, jugos o fondos intensificados con hierbas frescas recolectadas en las inmediaciones, presentaciones geométricas donde el cromatismo natural del producto se resalta sin artificios.
Los platos se presentan como pequeñas piezas de arquitectura comestible, con juegos de texturas y contrastes visuales que convocan todos los sentidos. Es frecuente encontrar combinaciones inesperadas —por ejemplo, tubérculos crujientes con emulsiones aromáticas—, que revelan años de exploración técnica y una lectura profunda del territorio. Cada creación transmite la filosofía de los chefs: un equilibrio entre respeto por el origen, curiosidad por las posibilidades del presente y una memoria constante de la tradición.
La experiencia se complemente con una carta líquida bien pensada, donde cócteles botánicos y fermentados artesanales prolongan la exploración sensorial más allá de la mesa. Los vinos, escogidos con precisión para resaltar perfiles de sabor, funcionan como acompañantes discretos que nunca alteran el protagonismo del plato.
El concepto de Apotecario destaca por un rigor conceptual poco frecuente en la escena local: un diálogo explícito entre producto y técnica, sumado a una presentación visual que estimula la contemplación antes de invitar al paladar. En este enclave de Barrio Escalante, la alta cocina costarricense encuentra nuevas rutas y sugerentes matices, sin recurrir a excesos ni artificios, sino privilegiando la identidad de un territorio contado a través de sus sabores más puros y su sorprendente creatividad.