Cruzando el umbral de Anafe, el bullicio citadino queda fuera y la mirada se posa en un espacio cuidadosamente orquestado para generar calma. El interior, enmarcado por líneas limpias y materiales nobles, despliega una armonía visual donde la madera clara y el vidrio definen un entorno minimalista. El murmullo suave define el ambiente; la iluminación, sutil y cálida, invita a demorarse en cada detalle. No hay elementos superfluos: la austeridad de las paredes y los gestos justos en la decoración crean un escenario que invita a la contemplación y a la pausa, en contraste con el ritmo de la ciudad.
La cocina de Anafe se construye sobre una propuesta contemporánea, en la que tradición y actualidad dialogan con naturalidad. Aquí, los productos frescos ocupan el primer plano y la creatividad emerge del respeto por la estacionalidad y la calidad de cada ingrediente. El menú rehúye las fórmulas fijas, eligiendo en cambio recorridos que sorprenden por su audacia sutil: el chef, formado en el cruce de influencias europeas y latinoamericanas, impulsa una mirada honesta, donde la técnica está al servicio de la materia prima y nunca al revés.
En la mesa, los platos se presentan como pequeñas escenas comestibles. Las cerámicas artesanales elevan la viveza de los colores: una entrada puede jugar con texturas de remolacha y cremosidades inesperadas, mientras una pesca del día se acompaña de vegetales quemados, evidenciando el guiño al trabajo del fuego y las notas ácidas que matizan el conjunto. La impronta del chef se percibe en el equilibrio justo entre delicadeza y contundencia; las porciones, precisas y meditadas, invitan a una degustación atenta. No hay disfraz: cada ingrediente conserva su esencia, realzado por la técnica sin caer en el virtuosismo vacío.
La carta de postres también responde a ese mismo ideario, integrando frutas frescas, fermentos y posibilidades vegetales que marcan un desenlace sin excesos, siempre fiel a una filosofía de cocina reflexiva y contenida. Los aromas —hierbas frescas, emulsiones cítricas, notas de fermentación suave— constituyen un hilo sensorial que acompaña sin interrumpir.
Reconocido con la mención Bib Gourmand de la guía Michelin, Anafe logra encarnar la cocina porteña contemporánea como un punto de encuentro entre memoria y exploración. Cada visita es una invitación a salir del guion habitual, dejándose llevar por una propuesta tan estructurada como abierta a la sorpresa.