Las brasas proporcionan aquí algo más que simple calor: conforman el núcleo de una experiencia que reinterpreta el asado brasileño en clave contemporánea. En Barbacoa, cada elemento parece conversar desde la arquitectura y las texturas, hasta el último corte de carne. El aroma a carbón encendido se cuela discretamente por el salón, envolviendo con promesas de profundidad ahumada. El espacio, delimitado por maderas oscuras y detalles de hierro forjado, se caracteriza por amplios ventanales que filtran una luz tenue y dorada. Los tonos tierra y la sobriedad en la disposición de las mesas refuerzan un aire de serena sofisticación, alejado de lo ostentoso y centrado en el valor del producto.
La cocina se mantiene fiel a los cimientos del churrasco, aunque reconfigurando su potencial en cada servicio. El chef de Barbacoa, más aliado que director de la naturaleza, adopta un enfoque que privilegia las virtudes originales del ingrediente. Su filosofía excluye artificios innecesarios; aquí la honestidad del asado es el verdadero lenguaje. El menú rinde tributo a la riqueza de la tradición brasileña, articulándose en torno a piezas como la picanha, inconfundible por su jugosidad y fina capa de grasa, o el cupim, donde la cocción lenta transforma la fibra en una textura melosa y profunda. La parrilla actúa tanto como escenario como herramienta: una sinfonía discreta de chispazos y fragancias, apenas interrumpida por el sutil compás del cuchillo atravesando la carne.
La selección de guarniciones despliega su propio juego de texturas y sabores. Las ensaladas, apoyadas en verduras frescas y crujientes, aportan contrapunto y ligereza. Farofas especiadas, preparaciones de mandioca tostada con hierbas o bacon, acompañan sin competir con el protagonismo de la carne. El pan artesanal, servido aún cálido y de miga aireada, realza el sentido del ritual en la mesa. Todo apunta a una composición donde cada elemento cumple una función específica y coherente con la propuesta.
La carta de vinos, pensada para conversar con los matices grasos y ahumados del asado, privilegia etiquetas sudamericanas de perfil robusto. En este contexto, Barbacoa consolida una identidad donde la precisión en la cocina y el respeto al producto dictan el ritmo. El resultado es una reinterpretación sutil de la parrilla tradicional, elevada a través de pequeñas elecciones certeras, y anclada en una filosofía donde autenticidad y placer no se excluyen, sino que se enriquecen mutuamente.