En Lasai, en Río de Janeiro, la experiencia culinaria se revela poco a poco, como una acuarela que cobra vida entre matices de luz y aroma. El restaurante, dirigido por Rafa Costa e Silva, ha forjado una identidad que reposa en la armonía entre modernidad y sentido de pertenencia. No hay gestos grandilocuentes ni excesos visuales: la presencia de ventanales luminosos y maderas claras marca una atmósfera apacible, casi introspectiva, donde cada elemento parece haber sido escogido para favorecer la contemplación. La arquitectura carioca se funde con una pulcritud minimalista que desplaza la atención hacia el epicentro de la experiencia: la mesa.
Bajo la filosofía de Costa e Silva, la cocina de Lasai articula un diálogo constante con el entorno. Las raíces del proyecto se hunden en la relación directa con productores de pequeña escala, quienes proveen ingredientes de temporada y de proximidad. Esta proximidad se traduce en platos donde la temporalidad se convierte en protagonista, y las hortalizas, frutas o mariscos adquieren nuevas dimensiones a través de técnicas depuradas, pero nunca estridentes. El chef practica una modernidad serena, donde la innovación no es fin, sino herramienta para desvelar matices inéditos en productos familiares.
En cada servicio, la presentación de los platos transmite una estética orgánica y precisa. Vajillas con irregularidades buscadas y tonos terrosos enmarcan creaciones cuidadosamente equilibradas en color y forma. No es infrecuente encontrar verduras apenas tocadas por la mano del chef, caldos matizados con acidez sutil o emulsiones de textura aterciopelada que acompañan la esencia misma de cada ingrediente. La paleta de sabores huye del artificio; aquí, las intervenciones respetan el punto exacto de cada vegetal, el calor justo de un fondo o la frescura vibrante de notas ácidas que realzan sin eclipsar.
Más que coleccionar técnicas, Lasai apuesta por exponer la naturaleza cambiante del paisaje brasileño. Un menú puede iniciar con pequeñas secuencias vegetales, seguir con pescados de matiz puro y terminar con integraciones de frutas autóctonas que refrescan el paladar. El contenido nunca es abrumador: prevalece el equilibrio y la búsqueda de una belleza discreta, donde el protagonismo recae siempre en el producto y su origen. En su propuesta, Lasai elabora un manifiesto silencioso: la cocina moderna encuentra sus raíces en la confianza absoluta en la tierra y en quienes la cultivan.