En Pobre Juan - Vila Nova Conceição, la pasión por la parrilla se manifiesta sin artificios, en una propuesta que interpreta el legado sudamericano desde una óptica contemporánea y exigente. Basta cruzar el umbral para advertir que aquí se cultivan los detalles: la madera oscura define el espacio con una sobriedad cálida, las superficies metálicas matizan el conjunto y la iluminación traza claroscuros estudiados sobre cada mesa, generando esa discreta intimidad que invita a la contemplación y al disfrute pausado. El ambiente, lejos de resultar solemne, transmite naturalidad y elegancia, como si la arquitectura supiera ceder el protagonismo a la tradición del asador.
La brasa, desplegada en toda su autoridad en la cocina abierta, es la esencia indiscutible de la experiencia. Pobre Juan se distingue no solo por emplear cortes reconocidos —el bife de chorizo y el ojo de bife aparecen frecuentemente en la carta—, sino por la rigurosidad en la selección de la materia prima y el respeto absoluto hacia los tiempos y temperaturas exigidos por cada tipo de carne. Aquí, la técnica responde a una filosofía clara: potenciar el carácter propio del producto, sin recurrir a salsas ni aderezos superfluos, sino profundizando en los matices que regala la cocción precisa y el ahumado controlado que aporta el carbón vegetal.
Al llegar, los platos ofrecen un espectáculo visual comedido: piezas robustas, surcadas por las líneas inconfundibles de la parrilla, desprenden un perfume ahumado y dejan ver el jugo reluciente que revela la destreza del asador. A menudo, una mantequilla aromática delicadamente fundida realza los aromas intensos, sin desplazar el protagonismo de la carne. El acompañamiento tiene un formato de sencillez meticulosa: guarniciones y ensaladas de estación mantienen la frescura y equilibrio, aportando matices sin robar atención al corte principal.
En cada etapa, Pobre Juan reivindica la importancia de los sentidos: la textura crujiente del exterior contrasta con la melosidad interna, los tonos caramelo se suceden en la superficie y el aroma envolvente a leña permanece durante toda la velada. La carta, fiel a un ideario definido por el chef, se mantiene precisa y coherente, esquivando extravagancias y apostando por la sinceridad del producto. Ha sido esta constancia rigurosa la que ha merecido la mención en la guía Michelin y consolidado Pobre Juan como un referente ineludible para quienes demandan autenticidad parrillera en el contexto sofisticado de São Paulo.
