Bajo un dosel de árboles en el sur de la capital, Sud 777 despliega una atmósfera en la que la arquitectura contemporánea se funde, casi sin notarse, con la vegetación que rodea su estructura. La entrada —marcada por líneas limpias y ventanales que filtran la luz en una sucesión de destellos y penumbras— prepara al comensal para una experiencia sensorial donde cada elemento, desde las texturas de la madera hasta los matices verdes de la vegetación interior, parece pensado para realzar la serenidad del entorno y el protagonismo de la mesa.
El menú evidencia una convicción: la cocina de autor, para Edgar Núñez, no es un despliegue de artificios sino un encuentro entre el producto mexicano y la técnica contemporánea. La temporalidad dicta el rumbo de la propuesta, favoreciendo ingredientes procedentes de huertos y productores nacionales, seleccionados en su punto óptimo. Platos como la infladita de maíz, tersa y crujiente, rellena de ingredientes del día, resumen la destreza del chef para reinterpretar tradiciones locales sin caer en nostalgias. El uso de ahumados e infusiones de hierbas frescas contribuye a la construcción de sabores ricos en matices, que evocan paisajes rurales y mercados urbanos por igual.
Sud 777 privilegia la composición visual: cada pieza en la vajilla —cerámica artesanal, piedra, madera labrada— potencia la presentación de los alimentos y resalta la naturaleza orgánica de los ingredientes. Los colores vibrantes de los vegetales, la tersura de una proteína perfectamente tratada o el contraste de texturas en preparaciones de varios tiempos invitan a detenerse antes del primer bocado. Hay en la disposición detalles sutiles, nunca excesivos, que insinúan la investigación detrás de cada receta y la búsqueda de equilibrio entre lo esencial y lo novedoso.
La apuesta de Núñez se expresa en un estilo que desafía las clasificaciones tradicionales. Su cocina no replica recetas, explora. Busca un lenguaje propio en el que la creatividad emerge a partir del respeto absoluto por el ingrediente, el conocimiento de sus orígenes y la constante experimentación con técnicas precisas pero no rígidas. Los acentos aromáticos de flores y hojas recolectadas localmente, el contraste entre crujientes efímeros y fondos intensos, dan fe de una filosofía que concilia identidad mexicana y proyección internacional.
En Sud 777 el arte reside en saber encontrar el punto justo entre sofisticación y espontaneidad, modernidad y arraigo. Por ello, más allá de reconocimientos y galardones, permanece como un punto de referencia indispensable para quien busca entender hacia dónde se dirige la cocina mexicana contemporánea.
