En Copacabana, tras la icónica vidriera del Belmond Copacabana Palace, Cipriani despliega su universo culinario con una elegancia natural que cautiva incluso antes de que llegue el primer plato. La atmósfera se distingue por un juego sutil de materiales: la madera pulida recorre los muros, suavizada por textiles en tonos calmados y refuerzos de luz ámbar que realzan la arquitectura sin robarse el protagonismo. Espacios amplios y mesas separadas permiten que el rumor distante del Atlántico se infiltre, aportando serenidad al ambiente y recordando, a cada instante, el privilegiado enclave ante la playa más célebre de Río.
El chef Aniello Cassese encabeza una apuesta que trasciende la simple traslación de clásicos italianos: aquí, la cocina dialoga con la tradición y el territorio, releyendo recetas históricas con una sobriedad contemporánea que nunca se impone sobre la esencia. Su filosofía se ancla en una materia prima escogida con rigor—muchos de los ingredientes, provistos por pequeños productores brasileños—y en la búsqueda de composiciones precisas, capaces de conjugar profundidad, textura y memoria.
Cipriani no se abandona a la nostalgia, sino que explora los límites de la cocina mediterránea desde un equilibrio poco habitual entre técnica y sensibilidad. Pastas elaboradas a mano exhiben una textura al dente impecable y reciben salsas medidos en su intensidad, mientras los risottos, perfumados por hierbas frescas, alcanzan el punto justo de cremosidad y consistencia. Todo emerge vestido con sencillez calculada: un aceite de oliva verde brillante bordeando carnes de cocción corta, ralladuras de quesos añejos hechos al instante, espuma discreta sobre mariscos recién salidos del mercado carioca.
La carta ofrece sorpresas en ensambles como un carpaccio de mar y tierra, donde lo vegetal y lo marino se encuentran en un delicado equilibrio, o burratas cremosas maridadas con verduras que celebran la estación. Los postres, aunque anclados en la tradición—piense en una versión renovada del tiramisú o en sutiles semifríos con cítricos brasileños—se construyen sobre detalles de frescura y composición que elevan la experiencia sensorial.
Avalado con una estrella Michelin, Cipriani se aparta de fórmulas predecibles y se posiciona como un laboratorio sobrio de sabores meditados. Cada visita resulta en un delicado ejercicio de memoria y descubrimiento, donde la temporalidad del producto y la mirada atenta del chef aseguran autenticidad sin estridencias.