Bajo la sombra intermitente de los árboles y el ajetreo constante de Itaim Bibi, El Tranvia se revela como una oda discreta a la cultura de parrilla rioplatense en pleno São Paulo. La madera oscura domina el espacio interior y siluetea cada mesa con un aura de club privado, mientras las fotografías en blanco y negro evocan momentos detenidos en el tiempo, reforzando una atmósfera sosegada que invita a bajar el ritmo. La cálida luz ámbar parece filtrarse hasta el fondo del salón, propiciando una intimidad que acompaña el ritual alrededor del fuego.
Aquí, la parrilla es el eje central a partir del cual gira toda la experiencia. Ecos de leña crepitan en el ambiente, impregnando el aire de ese perfume terroso e inconfundible al que es difícil resistirse. El corte de carne reina sin artificios. Ojo de bife, lomo alto y asado de tira llegan a la mesa con la sencillez fiel de la tradición: la superficie marcada, crujiente, da paso a un interior generoso y rosado, suficientemente jugoso como para hablar por sí solo, sin ornamentos superfluos. La elección de cada pieza no es casual; responde a una escrupulosa curaduría, donde la calidad prevalece y el respeto por la materia prima es premisa innegociable.
La guarnición nunca invade el protagonismo; ensaladas frescas —corte impecable, aliño discreto— y papas que conservan la textura ideal muestran una atención milimétrica al balance del plato. Surgen guiños a clásicos rioplatenses, como el chorizo artesanal de textura firme y sutil ahumado, o la provoleta fundente, reelaborada desde la autenticidad y la contención.
La filosofía del chef se inclina hacia la pureza técnica y el apego a procesos manuales: aquí, la destreza en la parrilla es equiparable al rigor en la selección de maderas y tiempos de cocción. El resultado es una cocina de líneas sobrias, donde cada elemento aporta sentido y nada resulta accesorio.
Mención aparte merece la loza, pesada y elegante, alineada con una estética de solidez y atemporalidad. Cada detalle reduce la experiencia a lo esencial, pero sin perder refinamiento. El Tranvia no se deja arrastrar por tendencias pasajeras: se afirma en la autenticidad de la carne y la gravedad de la parrilla. La tradición se mantiene vibrante, fiel a sí misma y dotada de un sentido contemporáneo que despunta en cada aroma y en la textura sonante de una corteza bien domada sobre brasas vivas.
