Entrar a Rubaiyat Faria Lima es dejarse envolver lentamente por una atmósfera donde la sofisticación se percibe en matices y no en grandilocuencia. La luz natural se filtra con suavidad a través de ventanales generosos que enmarcan la vegetación exterior, mientras en el interior predominan las maderas cálidas y los tonos terrosos. Cada elemento, desde el mobiliario de líneas precisas hasta la sutil presencia de la vegetación, parece haber sido concebido para proporcionar una sensación de amplitud apacible, casi de discreta exclusividad.
El verdadero centro de gravedad es la parrilla, visible y siempre activa, que infunde al ambiente un aroma profundo a brasas y madera noble; esa fragancia se convierte en la antesala sensorial de una cocina enraizada tanto en la tradición ibérica como en la brasileña. Rubaiyat Faria Lima sigue una filosofía culinaria que privilegia la excelencia sin artificios: el respeto por la materia prima define cada etapa, desde la selección de animales de crianza propia —territorio donde el chef revela un rigor poco común en la trazabilidad— hasta la ejecución de cortes impecables como el bife de chorizo, el ojo de bife o la picanha. Estos cortes cobran vida a partir de una cocción precisa; las vetas de grasa se funden al ritmo del calor y el resultado es una carne jugosa, de textura envolvente, presentada sin ornamentos superfluos, sólo acompañada por guarniciones como mandioca dorada o vegetales de temporada, elegidos para resaltar la nobleza del producto en vez de ocultarla.
En los entrantes, la creatividad se dirige a realzar los ingredientes autóctonos con refinamiento: el carpaccio de carne, por ejemplo, destaca por su corte milimétrico y la armonía entre acidez y grasa. No pasan desapercibidos los panes artesanales, elaborados a diario y servidos aún tibios, capaces de invitar al comensal a saborear con calma los primeros acordes de la experiencia.
Cuando llega el turno de los postres, la cocina opta por reinterpretar clásicos sudamericanos con una contención que evita excesos dulces, y apuesta por la limpieza de sabores y una cuidada presentación. La carta de vinos, equilibrada en procedencias y variedades, responde a la voluntad de maridar sin estridencias, guiando al comensal en un recorrido que respeta y acompaña la experiencia.
Fiel a una visión donde lo esencial sobresale por autenticidad y no por ostentación, Rubaiyat Faria Lima invita a redescubrir el asado como ritual, combinando precisión técnica con una mirada contemporánea sobre el recetario local y español.