Pocas propuestas en la Ciudad de México logran eludir la etiqueta de “fusión” de manera tan decidida y profunda como Masala y Maíz. El restaurante toma como punto de partida la coexistencia de culturas en la vida cotidiana para trazar un itinerario sensorial a través de las raíces culinarias de México y el sur de Asia. Inmerso en la vitalidad de la colonia Cuauhtémoc, su espacio invita a una suerte de introspección colectiva: mesas de madera oscura rodeadas de plantas discretas, luz cálida y una suma de objetos que evocan tanto los mercados indígenas como los comedores familiares. Los aromas —una mezcla precisa de maíz tostado, especias cálidas y ligeras notas cítricas— envuelven al visitante mucho antes de que el primer plato llegue a la mesa.
El menú, lejos de perderse en la simple suma de ingredientes, propone una conversación entre regiones y temporalidades. Aquí, el maíz criollo —tratado con un respeto casi reverencial— comparte protagonismo con especias importadas, logrando platillos donde las fronteras culturales se desvanecen en favor de una lógica propia. Más allá del concepto de fusión, la cocina de Masala y Maíz asume el mestizaje como una exploración inagotable. El resultado son preparaciones como el elote tatemado con masala, plato en el que el dulzor caramelizado del maíz encuentra contrapunto en una mezcla especiada que habla tanto de las planicies mexicanas como de los mercados del sur de Asia. Una interpretación de mole introduce notas de cúrcuma y cardamomo en un equilibrio sutil, expandiendo las posibilidades del repertorio nacional sin perder de vista sus raíces ni caer en artificios.
Cada platillo conserva una estética ascética, sin superfluos ornamentos, permitiendo que los colores intensos de salsas, semillas y granos sean protagonistas. El cromatismo del maíz, el verde profundo de hierbas frescas y los destellos dorados de las especias reiteran que la belleza, aquí, es inseparable del acto de comer.
La filosofía del chef —centrada en la migración, la memoria y la convergencia de herencias— convierte cada receta en un recorrido, no por recetas reproducidas al pie de la letra, sino por historias reinterpretadas en función del contexto actual. Masala y Maíz ejemplifica una búsqueda permanente: la de redefinir la mesa contemporánea mexicana sin perder la conexión con el pasado, pero sin temor a interrogarlo. La experiencia que propone no se siente deudora de ningún canon internacional ni local, sino como un ejercicio de imaginación aplicado al acto de cocinar y compartir.
