En el corazón de Providencia, Yum ChA despliega una visión de cocina oriental contemporánea que se distingue por su enfoque preciso y su sensibilidad hacia la tradición cantonesa, bajo la dirección del chef Nicolás Tapia. La atmósfera del local no busca deslumbrar con ostentación, sino que invita a la contemplación: una iluminación precisa que favorece las conversaciones pausadas, maderas pulidas que envuelven el espacio en calidez y detalles en tonos jade y dorados, apenas insinuados, evocan serenidad sin caer en el exceso temático. El espacio sugiere armonía y pulso urbano, integrando un aire cosmopolita que dialoga con la historia del dim sum más que replicarla de forma literal.
El menú de Yum ChA revela el rigor técnico y creativo del chef, centrado en explorar la esencia de los dumplings y pequeños bocados de la mesa cantonesa, sin perder espacio para la reinterpretación respetuosa. Tapia se propone evidenciar el potencial de ingredientes nobles —cerdo jugoso, camarón de textura nítida, shitakes terrosos y vegetales de estación—, apostando por combinaciones que revelan matices insospechados dentro de estructuras clásicas. El “siu mai” y el “har gow” adquieren un nuevo rango expresivo en sus versiones, tanto en su arquitectura precisa de masa como en el equilibrio sápido de sus rellenos, presentados en pequeñas vaporeras de bambú que concentran el aroma y la tibieza esperada en cada bocado.
Destacan las variantes cromáticas de los dumplings, teñidos delicadamente con vegetales naturales. Cada pieza, lejos de la uniformidad, ofrece pequeñas obras de destreza manual: encajes sutiles en la masa, brotes frescos utilizados como acentos visuales y pinceladas calculadas de salsas que anteceden el disfrute gustativo. El plato no es solo una secuencia de sabores, sino también una coreografía de texturas, desde la transparencia delicada del “har gow” hasta la firmeza aterciopelada de dumplings rellenos de setas o cerdo.
El chef defiende una filosofía donde tradición y creatividad no son antagonistas, sino matices de un mismo viaje culinario. Su aproximación evita la nostalgia vacía; en cambio, reinterpreta los clásicos con la serenidad de quien estudia y domina la técnica, pero se atreve a desafiarla cuando el ingrediente lo demanda. En Yum ChA, la experiencia se vive como una sucesión de matices ponderados. Aquí la excelencia se entiende como un ejercicio de equilibrio —entre memoria y contemporaneidad— que resalta en cada vaporera dispuesta sobre la mesa santiaguina.
